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martes, 7 de octubre de 2014

En el alicantino Fort de Bernia

Siguiendo mi vocación montañera, en el dia de ayer una nueva ruta me ha llevado en esta ocasión hasta la encrespada cumbre de la sierra de Bernia desde donde se domina la práctica totalidad del litoral alicantino.
Un recorrido que además de mostrar su austera belleza y espectaculares vistas, esconde un aliciente añadido muy especial para mi.
En el trayecto, a pie de la cima, yacen las ruinas del Fort de Bernia, un antiguo baluarte militar construido por el rey Felipe II en 1562 para defender la costa de los frecuentes desembarcos de piratas berberiscos cuyas incursiones hacia el interior en busca de botín material y humano tanta sangre y saqueo provocaron en aquella época.
Estaba formado por un recinto amurallado del que sobresalían varios bastiones hechos de mampostería. Unas torres cuya forma característica en rombo permitía la vigilancia de todo el foso evitando los ángulos muertos.
Con el objeto de proveer al reducto de la guarnición humana necesaria, las poblaciones cercanas a su enclave debían reclutar milicias ciudadanas, unos soldados entonces llamados "homens de armes". Una obligación que también asumía mi pueblo natal Cocentaina.
Consultando los archivos de la época existentes se ha podido constatar que entre los miembros de la guarnición designada por sorteo en el año 1577 se encontraba Gaspar Richart Saragoça, un antepasado mio en línea directa que permaneció en ella un tiempo para más tarde regresar a Cocentaina y continuar una saga que de forma ininterrumpida ha llegado hasta mi y cuyo patrimonio comparto ahora con mi hijo Pol y con mi nieto mayor Marc.
He de confesar que me apasionan los entresijos de la genealogía y considero un privilegio conocer quiénes fueron y qué hicieron en su trayecto vital aquellos que me precedieron. Pienso que sólo con que uno de ellos no hubiera nacido tampoco yo existiría.
Por ello, a la vez que mis bastones hundían sus aceradas puntas en un árido terreno que hace más de cuatro siglos fue solar de mi antepasado, un sentimiento especial ha provocado el que mis ojos se humedecieran mientras ascendía hacia la cumbre del macizo y bajo mis pies las ruinas del recinto se empequeñecían en la distancia.


Una situación estratégica respecto a la costa


Y también de tierra adentro