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miércoles, 10 de febrero de 2016

Mis dos meses en tierras mexicanas.

Dos meses viajando por tierras del México colonial, ese vasto territorio interior del antiguo virreinato de la Nueva España no es mucho tiempo aunque así lo parezca.

Alejarse de los clásicos destinos costeros, objetivo preferido por la mayor parte del turismo foráneo, es sin duda otra forma de viajar que permite conectar mejor con el estilo de vida del país visitado y en el caso de México, apreciar lo heterogéneo de sus etnias, gozar de la hospitalidad de todos aquellos que las componen y bucear en la antiquísima historia, atractiva cultura y bella naturaleza de todo tipo que por doquier rodea a quien por ellas se interesa.

En este viaje tuve la fortuna de lograr este propósito viviendo dos diferentes etapas que lo hicieron especialmente atractivo.

La primera transcurrió en el Estado de Jalisco rodeado por el afecto de los miembros de una familia amiga con quienes tuve la oportunidad de compartir las peculiaridades de unas fiestas tan entrañables como la Navidad, la entrada del Año Nuevo y la festividad de los Reyes Magos.

Su bella casa abocada a la ribera del gran lago de Chapala, rodeado de montañas, me permitió practicar casi a diario y bajo el clima primaveral genuino del lugar, dos de mis deportes predilectos: la navegación en kayak y las caminatas de montaña. El primero acompañado por el exotismo de los pelícanos y la belleza de las garzas que poblaban el lago. El segundo con mis inseparables bastones de Nordic, que no faltaron en mi equipaje.

Como colofón a esta inolvidable estancia en su residencia, mis amigos habían organizado viajar durante una semana al Estado de Veracruz, recorriendo la distancia de 1.000 kms. que lo separa del estado charro, trasladándonos así de las inmediaciones del Pacífico a tierras bañadas por aguas del Atlántico. 

El propósito era visitar aquellos lugares costeros y fluviales teñidos de historia por donde Hernán Cortés inició en 1.519 la conquista del país, para seguidamente conocer las poblaciones y bellos parajes naturales del interior del Estado, así como su capital Xalapa-Enríquez, famosa por su cultura y por el excelente café que allí se recolecta. Ciertamente el largo kilometraje recorrido mereció la pena.

De regreso a Jalisco y pasadas ya las fiestas, decidí llegado el momento de reeemprender mi viaje, ahora en solitario, hacia los estados del centro y norte del país, esquivando a la colosal Ciudad de México, cuya visita no encajaba en la intención de dedicar mi tiempo al conocimiento de tierras más incógnitas.

Amante de la historia, mi objetivo fue ir siguiendo de alguna manera el antiguo Camino de la Plata, trayecto que durante el virreinato de la Nueva España tuvo como función trasladar desde las explotaciones mineras del centro y norte del país el "quinto Real" que correspondía al Rey de España para su embarque en el puerto de Veracruz. 

El recorrido final, realizado a través de Estados como Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas, llenaría muchas páginas y me ha permitido descubrir las escondidas bellezas de sus pueblos mágicos así como el fascinante entorno natural que poseen. He caminado por la lujuriosa selva húmeda y por la aridez del altiplano, pero también he podido relacionarme con el muy considerable sector de población indígena que en estos Estados todavía conservan la impronta de sus antepasados de la época prehispánica en su lengua y en su cultura.

En resumen, ha sido un viaje que ha dado para mucho y en todo caso ha tenido la virtud de dejar atrás un año especialmente difícil, en que la salud de mi cuerpo y de mi alma ha pasado por un difícil trance, afortunadamente ya superado.