El obligado parón de mi actividad física con motivo de la grave intervención quirúrgica a que me sometí el pasado 20 de Agosto maniató mis piernas y brazos pero no mi intelecto.
La totalidad de mis esfuerzos durante estos dos últimos meses ha ido dirigida a trabajar mi recuperación que ya puede considerarse un hecho, pero también ha servido para que viera la luz una nueva novela que años atrás me propuse escribir y cuya conclusión ha llenado las muchas horas muertas de inactividad física de que he dispuesto.
Esta vez se trata de una novela de corte histórico centrada en los turbulentos episodios vividos por los moriscos de la España de los Austria durante los años que precedieron a su expulsión en 1609, vistos desde la óptica de aquellos que habitaban el antiguo Reino de Valencia y singularmente los de Cocentaina, mi pueblo natal.
La vida de quienes siempre miramos hacia adelante la componen etapas que suelen aportar imprevisibles acontecimientos que muestran los sentimientos que despertamos en quienes nos rodean. Son apasionantes aventuras que nos rescatan de nuestras soledades y nos aportan convicción y clarividencia. Que nos enseñan a apreciar en todo su inmenso valor el calor de la familia y la amistad.
La que ahora comienza para mi es ilusionante. Con mi recuperación física en sus compases finales, he tenido la enorme fortuna de enderezar mis pasos amando y sintiéndome amado.