Nuestro trayecto vital es una búsqueda constante de esa hermosa utopía llamada felicidad que a los espíritus inquietos nos suele llevar a transitar por lugares diferentes, unas veces en solitario y otras en compañía.
Han transcurrido más de 2 años desde que regresé a mi tierra alicantina. En su maravilloso entorno he convivido con mis tres sempiternos amores: la naturaleza, el deporte y la literatura. Buscaba borrar una huella del pasado y el tiempo ha hecho de cirujano certificando que aunque las cicatrices del corazón jamás desaparecen, las heridas del amor finalmente acaban cerrándose.
No obstante haber asumido soledad y distanciamiento, continúo creyendo que la verdadera felicidad radica en compartir afectos. Que caminar en compañía resulta más enriquecedor que hacerlo solo para quien ya se encuentra en plenitud consigo mismo y tiene algo que ofrecer. En mi subconsciente continúa viva esa llama inmortal que nos empuja a comenzar de nuevo una y otra vez. A destilar esa poderosa adrenalina generada por lo nuevo que estalla incontrolada y nunca sabes si va a conducirte a los hermosos vergeles del amor verdadero o al desolado páramo donde reina el desamor.
Por todo ello, quiero glosar mi anhelo junto al presente que como escritor disfruto en mi incomparable tierra natal, a través de las cinco octavas de este poema, rimado en mi venerable y querida lengua valenciana.
No obstante haber asumido soledad y distanciamiento, continúo creyendo que la verdadera felicidad radica en compartir afectos. Que caminar en compañía resulta más enriquecedor que hacerlo solo para quien ya se encuentra en plenitud consigo mismo y tiene algo que ofrecer. En mi subconsciente continúa viva esa llama inmortal que nos empuja a comenzar de nuevo una y otra vez. A destilar esa poderosa adrenalina generada por lo nuevo que estalla incontrolada y nunca sabes si va a conducirte a los hermosos vergeles del amor verdadero o al desolado páramo donde reina el desamor.
Por todo ello, quiero glosar mi anhelo junto al presente que como escritor disfruto en mi incomparable tierra natal, a través de las cinco octavas de este poema, rimado en mi venerable y querida lengua valenciana.
Damunt d'un cingle escarpat
per els vents acaronat
atalaya singular
guaitant el cel i la mar
curiós mirador penjat
abocat a la bahía
breçol del sol cada dia
és on tinc la meua llar.
Trenta metros més avall
del meu bell amagatall
allà on la plaja alena
les ones llepen l'arena
en un suau arrossegar
fent glopades que al trencar
en la vesprada serena
semblen un màgic farfall.
Els seus remors quan m'arriben
són verps de muses divines
que parlant-me sibilines
inspirant-me me motiven
a fer els versos rimar
sentint fragàncies salines
davall de les aus marines
en el meu balcó a la mar.
I quan el crepúscul rogenc
és aquarela que passa
i la nit en el seu trenc
torna lo blau en grisenc
enfosquint-me la terraça
faig volar el sentiment
en la solitut silent
del dins de la meua casa.
¡Cóm no gojar de valent
en un paraís aixina!
Mon anhel només voldria
com a dolça medicina
compartir-lo en companyia
d'una amiga que somrient
i dona de cor ardent
fora rosa sense espina.