Ayer despedimos el invierno culminando un inolvidable periplo por los bellos parajes norteños que enlazan las comarcas del Alt Empordà y Osona atravesando toda la Garrotxa.
Pueblos de rancio sabor medieval como Lladó, Beuda, Besalú, Santa Pau y Rupit han jalonado nuestro camino a lo largo de cuatro intensas jornadas en las que hemos transitado senderos orillados por desnudos hayedos todavia tapizados por la hojarasca otoñal, hemos dejado atrás dehesas y casas pairales rodeadas de pastos con caballos o ganado vacuno y ovino en libertad, hemos admirado la nobleza del románico de vetustas piedras eremíticas, asi como contemplado desde las alturas la serena estampa de los verdes valles con el nevado Pirineo como telón de fondo.
Todo un regalo para la vista y el espíritu de cualquier amante de la naturaleza y a la que por descontado tampoco han sido ajenos mis dos geniales compañeros de aventura Montse y Fernando.
Gozando de su inestimable compañía he gustado las mieles de un apasionante recorrido en el que no han faltado ni el placer del esfuerzo para salvar tramos de fuerte desnivel ni el excitante sabor de la aventura de vadear el frio caudal de las torrenteras, singularmente crecidas por las recientes y copiosas lluvias acaecidas en la zona, con las botas al cuello y el agua por encima de las rodillas.
Realmente ha merecido la pena el recorrer de sol a sol tan hermosos parajes y creemos haber puesto nuestro listón lo suficientemente alto como para acometer muy pronto nuevos retos que nos lleven hacia escarpados senderos en los que clavar nuestros palos de nórdic.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO