Con cierta frecuencia, durante alguna de las salidas a la naturaleza que este pasado invierno acostumbraba a emprender en solitario por los fantásticos parajes que ahora me rodean, (habitualmente largas caminatas en cuyo transcurso la mente acostumbra a revolverse inquieta robando protagonismo al cuerpo aletargado por el frío), mis pasos serpenteaban senderos envueltos en la neblina y la desnudez invernal que presidía el entorno se veía súbitamente acentuada por las fantasmagóricas siluetas de numerosos troncos calcinados que diseminados a ambos lados del camino parecían esbozar un repertorio de atormentadas muecas.
Siempre que en mis encuentros con la madre naturaleza tropiezo con tan desgraciado panorama, viene a mi memoria algo que escribí tiempo atrás utilizando el formato alegórico que la poesía ofrece, denunciando mi personal sentimiento al respecto a través del poema que sigue y que forma parte de mi libro "Rimas para el recuerdo"