El primer trago de cerveza
Muchos piensan que es el único que vale la pena. Una vez liberado por
nuestros labios de su vítreo encierro llena nuestra garganta y convierte en más
anodinos a los que le siguen. El primer trago es siempre el más largo y
reconfortante. Lo bebemos de un tirón, con gran avidez. El amargo frescor que
voluptuosamente se cuela entre un manto de blanca espuma otorga un bienestar
inmediato rematado por un suspiro y el complacido lamido de los labios. ¡Qué
bueno encuentro siempre ese primer trago!
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