De "Mis pequeños placeres" © 2012
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sábado, 23 de febrero de 2013
Escribir en un cristal empañado
Garabatear la superficie
de un vidrio empañado encierra el encanto de lo efímero. Utilizar nuestros
dedos como improvisada pluma y contemplar los temblorosos surcos diluyéndose
lentamente en las brumas de la nada es una tentación irresistible. Asemejan
lágrimas huidizas que parten hacia el olvido. Me gusta dejar mi impronta en su pátina
húmeda y resbaladiza. De niño enlazaba un 6 y un 4 y decía aquello de “con un 6
y un 4 la cara te retrato”. Ahora el vaho sólo enmarca un solitario corazón.
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