El frasco de la vida nunca está lleno, pero tampoco se vacía hasta que la parca, de la mano del implacable destino, lo rompe en mil pedazos. En el transcurso del vital camino que todos emprendemos, el mundo, en su loco transitar, nos fractura el corazón por más puro que éste sea. Y lo hace una y mil veces con saña, certificando insensible una injusticia inmisericorde. No obstante, encajamos sus golpes y seguimos adelante reconstruyendo nuestros sueños en alas de unas ilusiones que aunque puedan ser diferentes, todas son inquebrantables y nos definen como seres humanos.
La más importante de aquellas que orientan mi vida es amar aun a riesgo de no ser amado. No puedo evitar abrir mi corazón de par en par una vez tras otra volviendo a confiar en quien confluye en mi camino y enciende esa maravillosa chispa que alumbra mis mejores sentimientos despertándolos muchas veces por razones que ni la misma razón entiende.
Soy feliz ilusionándome, soñando y amando. Es la vida que quiero vivir. Siempre mirando adelante y extrayendo lo mejor de mi presente. Las decepciones no me inquietan. Soy un loco reincidente, pues aprendo de ellas y me hacen mejor persona. Jamás se hunde el que se mueve. Sólo el que deja de nadar.
Em sento identificada en tot el que escrius però a partir del últim punt i a part es com si fessis un resum i m'encanta.
ResponderEliminarGràcies per posar paraules a coses que altres sentim i no sabem plasmar tan be.
Gràcies, Angela. El tindre contància de que hi han persones com tu que s'identifiquen en el que pense és molt engrescador.
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