En el macizo del Garraf se concentran una gran parte de mis rutas preferidas y siempre que por él transito me invade un sentimiento mezcla de paz y de añoranza, una paz provocada por la adustez de su entorno y una añoranza mecida en el recuerdo de las muchas horas de duro entrenamiento que en mi ya lejana etapa de maratoniano realizaba por sus silenciosos y quebrados caminos.
Es un mágico entorno al que, utilizando el lenguaje poético, si oírme pudiera le diría:
"Tienes el rostro sereno como la mente del sabio
que goza de su armonía en las cavernas del alma,
del mundo ignora la prisa y apenas frunciendo el labio
Ayer tuve la feliz ocasión de volver a su seno junto a mi buen amigo Fernando para, impulsados por nuestros palos, dedicar la jornada a la preparación de una nueva ruta que acometer con nuestro inestimable grupo de entusiastas walkers.
Nuestros pasos nos llevaron desde el descubrimiento de nuevos y escondidos senderos orillados de palmito y matorral hasta dos lugares dignos de visitarse: el Centro Experimental de las Artes de Vallgrassa y el Monasterio Budista del Garraf, singulares enclaves en pleno corazón del macizo que ofrecen la posibilidad de realizar visitas guiadas en sus respectivos recintos.
Todo ello dio para que Fernando y yo completáramos una magnífica jornada, así como para configurar una nueva e interesante ruta que muy en breve será anunciada en este blog y que seguro satisfará tanto al cuerpo como al espíritu de aquellos que conmigo quieran compartirla.
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