Cuando el invierno llega a su plenitud, aquellos que a diario recorremos escondidos senderos, retamos a cualquier cima que se nos ponga por delante o avanzamos sobre vírgenes arenas empuñando nuestros palos de nordic, acostumbramos a sentir la sugestiva llamada de las pistas nevadas como un canto de sirenas que nos atrae de forma irresistible, puesto que quien ama la naturaleza la ama TODA.
Además para los que practicamos Nordic Walking esta llamada es aun más poderosa, pues no en vano nuestro deporte favorito proviene de los helados parajes nórdicos donde se desarrolló hasta que nos fue dada como un regalo impagable que ya llena y cada vez lo hará más la calidez de nuestros caminos.
Por ello ayer me consideré un privilegiado al acompañar a otros tres entusiastas de la naturaleza (Montse, Peter y Fernando) a una jornada de esquí de fondo en la coqueta estación de Tuixent-La Vansa en un dia de primaveral climatología que hizo retozáramos a placer a lo largo de las solitarias pistas propias de un dia no festivo, cada cual acorde a su nivel de conocimientos técnicos del blanco deporte y consiguiente sentido del equilibrio.
Las nevadas estribaciones del Cadí con el singular Pedraforca recortando el límpido cielo fueron espectadores de un intenso dia para recordar.... y repetir.