"Refugio Pastuira de Setcases (Ripollés) en los aledaños de la pirenaica estación de esquí de Vallter 2.000. Son las 6 h. del 20 de Junio de 2010 y el termómetro señala los 0 grados. Amanece un dia gris y sopla un viento del norte que arrastra hacia el valle blancas esquirlas de nieve. En pocas horas hemos pasado del clima bonancible de Cunit a un insólito ambiente invernal impropio de la fecha. ¡Mañana comienza el verano!
Ayer completamos una preciosa ruta de 11,5 Kms. que nos llevó de Molló a Setcases enlazando los valles del Ritort y del Ter. Disfrutamos con las bellas vistas al Costabona, Canigó y cimas de Ulldeter y a pesar de lo inseguro del tiempo, el día fue cálido y la travesía relajada.
Hoy las cosas pintan de manera muy diferente. Nuestro objetivo es cubrir 15,3 Kms. transitando por el Coll de la Marrana y Coma de Vaca para, siguiendo el curso del rio Fresser, llegar a Queralps, enlazando otros dos valles. En suma, un total de 581 m. de subida y 1.625 de bajada en un día de adversa climatología.
Tras el energético desayuno, aprovisionamos un frugal pic-nic en las mochilas y un grupo de 23 compañerose iniciamos la subida al Coll de la Marrana capitaneados por la experiencia de nuestro inestimable guía Josep Miró. Atrás queda el helado y resbaladizo asfalto del parking de la estación de esquí.
Impulsándonos para vencer la furia de un vendaval que azota inmisericorde, atravesamos las inertes hileras de telesillas mientras los aguijones de nuestros palos de montaña se hunden en la fina capa de nieve que recubre el antes florido parquet de hierba .
Alcanzadas las fuentes del Ter, caprichosos reguerillos resbalan por las húmedas laderas convergiendo en sendas y hoyas y llevando hasta nuestras mismas botas la pureza de sus aguas.
A medida que ascendemos, serpenteamos en polícroma fila la empinada cuesta entre un rumor de entrecortados jadeos, mientras a nuestro alrededor las nevadas cumbres, acariciadas por una veloz caravana de nubes que las sobrevuelan, nos envían su gélido confeti.
Volviendo la vista atrás el panorama es impresionante con el circo abrazado por pétreas murallas pintadas de blanco y la ya lejana silueta de la estación que nos incita a no desfallecer mostrándose inerme a nuestros pies.
En la cima de la collada donde el viento sopla especialmente arrollador todos sentimos esa íntima satisfacción que siempre proporciona un reto superado y tenemos la oportunidad de contemplar hundiéndose en la lejanía la increíble perspectiva del gigantesco vértice del valle del río Fresser que nos conducirá a nuestra meta acogiendo en su seno al ahora riachuelo y pronto bullidor torrente franqueado por recias aristas rocosas que bordean su cauce.
Iniciamos el descenso cruzando nevados prados y adentrándonos en pizarrosas sendas que bordean las laderas, siguiendo en todo momento el cada vez más agitado curso fluvial.
El viento continúa arreciando con rachas muy fuertes y mis livianos 55 Kgs. apenas resisten el embate de un vendaval que parece querer despeñarnos hacia las heladas aguas que bullen al fondo del estrecho sendero.
Descendemos agazapados intentando esquivar las traicioneras rachas y agrupados para resolver cualquier contingencia hasta que la pendiente se suaviza y en la cuenca va predominando el verde de unos prados en los que tenemos la oportunidad de observar a la vigilante marmota y al huidizo rebeco.
Ya llevamos 4 horas caminando y aun nos restan otras tres para llegar a nuestro destino cuando el cauce del rio estalla en un continuo tobogán de rumorosos saltos que engalanan la pureza del entorno combinando sus hebras de plata con el verde de los prados y el gris de la pizarra.
Llegados finalmente a Queralps y mientras cargamos mochilas y palos en el autocar que nos devolverá a Cunit, nuestros rostros no denotan cansancio, ungidos por el bálsamo de tanta belleza.
En Cunit la tarde es cálida.
Invita a un tonificante chapuzón en las templadas aguas del Mare Nostrum.
El solsticio de verano está servido.
Feliz verbena de San Juan y hasta siempre, amigos."
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