Adentrarse en solitario en la inmensidad marina otorga a la mente una clarividencia especial que con frecuencia exacerba el sentimiento y propulsa el ánimo hacia peregrinas reflexiones.
Este poema compuesto en seis sextetas de rima consonante nació tiempo atrás en el transcurso de uno de mis frecuentes encuentros con la naturaleza marina y en él se desgrana la desgarrada súplica de un alma atormentada que vive en soledad.
Claro azul del vasto cielo,
verdes trazos sobre el mar,
olas que son terciopelo
cuando surcando su estela
conducen mi blanca vela
y hacen dulce el navegar.
Gaviota que en libertad
eres estrella fugaz,
¿Traerás bajo tus alas
remedio a mi soledad?
¿Guardarás entre tus galas
algún consejo sagaz?
Al conjuro de mi anhelo,
esto me dijo al pasar:
-¿Qué quieres tú, marinero?
¡Dime cuál es tu desvelo!
Debo dejar tu velero
y mi vuelo remontar.-
-Solo tengo, amiga mía,
tres cosas a demandar:
Un viento que traiga bonanza;
un amor, dulce esperanza,
que colme mi alma vacía;
y un buen rumbo al navegar.-
-De tus ansias, marinero,
solo en dos puedo orientar:
En lo que hace a bonanza
y al rumbo más placentero,
mas del amor la esperanza
no te la puedo otorgar.-
-Has de seguir la derrota
que tu brújula te da
y alguna noche tu anhelo
será cometa en el cielo.
¡Átalo bien con la escota!...
pues el amor viene y va..-
De mi libro "Rimas para el recuerdo"
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