Temido por los esclavos de la dieta y meca de los amantes de la exquisitez, el chocolate "engancha". Es un irresistible placer que acaricia los sentidos, proporciona energía y pone de buen humor. Las endorfinas que libera nos acercan la alegría, la felicidad y el amor. El chocolate negro es mi recurso preferido para una recuperación rápida del esfuerzo físico intenso. Devuelve el ímpetu a mis piernas y brazos fortaleciendo mi mente. Por algo en tiempos pretéritos le llamaban "la comida de los dioses".
De "Mis pequeños placeres" © 2012