Existen muchas razones por las que los asientos junto a las ventanillas podrían ser más caros. Hacen más llevadero nuestro obligado enclaustramiento en la panza del gran pájaro metálico. Observar la línea del horizonte y el discurrir de las nubes con la nariz pegada al pequeño tragaluz relaja y distrae. Me fascina ver desde su curioso ojo los colores del crepúsculo y seguir con la mirada el multicolor lienzo en miniatura de la superficie terráquea. Mantiene mi mente activa mientras los demás dormitan.
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