Deambular campo a través en plena naturaleza propicia la satisfacción de descubrir nuevos senderos. De igual forma, abandonar la azarosa senda ciegamente impuesta a nuestra vida por un designio de la providencia puede abrirnos mejores horizontes. Vale la pena arrancar una tregua a los hados buscando la utopía de eludir su omnímodo poder. Me gusta ser amo y señor de mis actos para poder variar de rumbo a mi antojo. Hace que sienta posible la quimera de controlar mi destino.
De "Mis pequeños placeres" © 2012
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