Es Noviembre transición
que
cambia el calor por frío
sembrando
la desazón.
Llegan
las primeras nieves
yaciendo
en capas menudas
y
el árbol sin su atavío
muestra
las ramas desnudas
en
triste desolación.
En
su otoñal desafío,
rasgadas
por los arados
muestra
el campo sus entrañas
esperando
el sembradío;
mórbidos
surcos abiertos,
úteros
que fecundados
implacables
las guadañas
abatirán por los suelos.
En clamoroso cortejo
llegan migradoras aves
a sus nidos invernales;
cercetas, garzas y ánades
ya colman los humedales
mientras ágil el vencejo,
retrasando su invernada
planea en los cenagales.
Junto
a mi porche una tarde
se
detuvo un ruiseñor
que
me dijo en un alarde:
-Quiero
habitar tu jardín,
en
tus setos ver mi nido,
mecerme en tu balancín,
dar a mi canto estallido
dar a mi canto estallido
en
tu césped saltarín.-
-No
quiero lejanos vuelos,
me
causan perturbación;
quiero
vivir mis anhelos
ajeno
a la migración.-
Yo
le di mi asentimiento
sin
poner más requisito
y
es mascota y ornamento
luz de un otoño marchito.
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