Hay efemérides que suelen marcar nuestro ciclo vital y la de hoy, 21 de diciembre de 2017, encierra para mi un carácter especial merced a las venturosas circunstancias que la rodean.
Alcanzar los tres cuartos de siglo de vida es un importante hito si se logra acumulando un amplio arsenal de vivencias en cuyo seno conviven una abrumadora mayoría de gratas experiencias y la conciencia de escasos episodios que autoreprocharse.
He desgranado tres etapas que quizás podrían resumirse en 25 años de juventud, 25 de madurez y 25 de plenitud. Lo en ellas vivido me ha otorgado la sapiencia suficiente para volcarme en gozar al máximo mi presente, pues no soy persona que guste mirar atrás ni le preocupe el futuro.
Por fortuna mis facultades físicas e intelectuales continúan bien vivas. así como la inquietud por conocer, experimentar y crear. Su vigor no ha menguado un ápice con los años y más bien se ha acentuado, permitiéndome acceder a un sinfín de cosas hermosas que han llegado a mi camino y al atenderlas enriquecerme con ellas avanzando en un constante proceso de autoafirmación personal.
En el transcurso de este proceso he aprendido algo muy importante: el darse es la mejor receta para andar por la vida. Gracias a este convencimiento he amado y me he sentido amado al igual que ahora amo y me siento amado.
Hoy comienza para todos la estación invernal y percibo que tras mi primavera, mi verano y mi otoño principia para mi un nuevo ciclo vital que en modo alguno considero como el invierno de mi vida. Tal vez lo sea, pero estoy demasiado ocupado en exprimir mi presente cultivando mi cuerpo y mi mente para preocuparme por ello.
Por fortuna mis facultades físicas e intelectuales continúan bien vivas. así como la inquietud por conocer, experimentar y crear. Su vigor no ha menguado un ápice con los años y más bien se ha acentuado, permitiéndome acceder a un sinfín de cosas hermosas que han llegado a mi camino y al atenderlas enriquecerme con ellas avanzando en un constante proceso de autoafirmación personal.
En el transcurso de este proceso he aprendido algo muy importante: el darse es la mejor receta para andar por la vida. Gracias a este convencimiento he amado y me he sentido amado al igual que ahora amo y me siento amado.
Hoy comienza para todos la estación invernal y percibo que tras mi primavera, mi verano y mi otoño principia para mi un nuevo ciclo vital que en modo alguno considero como el invierno de mi vida. Tal vez lo sea, pero estoy demasiado ocupado en exprimir mi presente cultivando mi cuerpo y mi mente para preocuparme por ello.
Así pretendo seguir mientras la diosa Fortuna me acompañe.
¡Feliz invierno para todos!
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