Observar a un bebé mientras duerme

Ladeado en su cunita, las telarañas del sueño cierran sus tiernos ojitos. Henchidos, sus labios de fresa semejan fruta madura. Evocan la leche materna, el dulce néctar diario que aún baña sus comisuras. Por el pico de la sábana desde su cuerpo encogido asoma una manita carnosa compendio de morbideces. Un haz de finísimos bucles adorna su cabecita. Es una serena imagen que enternece el corazón. Siempre me pregunto en qué soñarán los bebés.

De "Mis pequeños placeres" © 2012

Dar un abrazo

Un abrazo lo damos abriendo nuestros brazos o simplemente con el brillo de la mirada, un lenguaje mudo que también expresa el caudal de nuestras emociones  Compartir alegrías y penas fundiéndonos en un abrazo nos hace la vida más llevadera. Es la mejor forma de manifestar a nuestros amigos que los queremos y nos preocupamos por ellos. Un espontáneo y atávico gesto creado para vivirlo con todos aquellos que tienen nuestro cariño. Por eso me gusta abrazar a quienes estimo.

De "Mis pequeños placeres" © 2012

Los olores que traen recuerdos

El olfato es el sentido más próximo a nuestras emociones. Muchos olores evocan dormidas vivencias y también a nuestros seres queridos. El olfato siempre está llamando a mis recuerdos, El olor a cocina casera me recuerda a mi madre, el de harina y aceite a las calles de mi pueblo, el acre olor de la pólvora a mi tierra natal y los aromas florales o el efluvio de la brisa marina las largas veladas en las insomnes noches de verano con la familia o los amigos. ¡Qué entrañable es el olfato!

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El brillo de las luciérnagas

Todavía es posible contemplar a las noctámbulas luciérnagas encendiendo su pulsante y mórbido candil en las calurosas noches veraniegas. Con la tenuidad de su fría luz hablan el lenguaje del amor mientras se buscan en los ciegos espacios de la noche. Son como estrellas caídas del cielo que yacen rodeadas de una misteriosa aura entre los cálidos y sosegados pliegues de la tiniebla del novilunio. Sus evanescentes lucecitas evocan almas perdidas. Su tránsito al silencio del olvido me fascina.

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El olor de las manzanas

El olor de las manzanas apiladas en el frutero  desencadena un mar de irresistibles impulsos en nuestra conciencia. Verdes, rojas o doradas, deseamos coger una e hincarle el diente para sentir el crujido de su carne fresca en la ávida caverna de nuestra boca. La fragancia de ese blanco bocado evoca tiernos recuerdos de nuestra infancia. Su delicada acidez calma nuestra sed y nos invita al siguiente mordisco. ¡Me encanta el sano olor que desprenden las manzanas!

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Caminar en la noche

Adentrarse en la espesura de la noche mientras la tarde agoniza y el cielo se amortaja de sombras es una experiencia única. El entorno se hunde en un hechicero hálito de misterio, espita de los duendes del pensamiento. Reflexionar en el transcurso de mis nocturnas caminatas bajo el guiño de las estrellas o la tenuidad lunar me apasiona. Siento flotar mi mente en el vasto piélago de los sentimientos mientras que todo mi cuerpo permanece extrañamente inmune a la fatiga del esfuerzo.

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Las tranquilas noches de verano

Erguida en el cielo, la luna todo lo baña con su metálica luz de zinc. Clara, llena y fosforescente, destaca orgullosa sobre el negro infinito. Un intenso desorden de pedrería luminosa viste el cielo. Reverberando en las aguas quietas se agitan collares de perlas relucientes. Un universo de miles de racimos de estrellas destellantes. En el seno de las tranquilas noches de verano puedo sentir la leve caricia de las sombras ciegas. Unas sombras de sombras que me ayudan a no dormir.

De "Mis pequeños placeres" © 2012

Surcar las olas del mar

Gobernar una embarcación es una experiencia siempre excitante. La piel marina es la más versátil de las superficies. Dormido espejo en las mañanas de calma, sinuoso tobogán con la entrada de la brisa y  torrente de nívea espuma si azotan los fuertes vientos. Una poderosa atracción me lleva a adentrarme en su vasto laberinto de emociones. Cabalgar las crestas del mar me apasiona. Vencer la furiosa orgía de las olas y el veleidoso embate de remolinos y corrientes me fascina. Adoro el navegar.

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El sabor de la amistad

La amistad es un tesoro más precioso que el amor porque cuando el amor marcha los amigos siguen. Si en verdad se quiere a una persona lo mejor es consolidar su amistad. Así jamás la perderás. El amigo es aquel que cree ciegamente en ti e incondicionalmente te apoya. El que te comprende y te escucha. Aquél que siempre sabe qué decir o qué hacer para que te sientas mejor. Me considero un privilegiado por tener buenos amigos. La amistad es un dulce pájaro de compañía.

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