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lunes, 27 de agosto de 2012
Un cachorro olisqueando
Si
algo existe capaz de enternecer el corazón más acorazado, lo es el hocico de un
cachorro que nos mira fijamente con el dulce sello de la inocencia en sus
ojitos. Mientras olisquea, sus temblorosos labios parecen querer hablarnos. Decir
que nos necesita sin razones ni porqués. Aún cree que la vida sólo es juego, vitalidad
y cariño. Un cariño que con demasiada frecuencia resulta complicado conseguir. Tras una breve caricia siempre sigo
mi camino con la conciencia intranquila y un vuelco en el corazón.
De "Mis pequeños placeres" © 2012
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