Asumiendo riesgos en la toma de decisiones se
adquiere experiencia. El espíritu de quienes no arriesgan nunca crece. Nuestra vida nos pertenece y hemos de marcar
su rumbo. A lo largo de nuestra andadura surgirán todo tipo de contingencias
cuyo nivel de riesgo hemos de sopesar para asumir lo que más nos conviene. Al
final tan sólo el sabio discurrir del tiempo sentenciará si hemos acertado o nos
hemos equivocado. Me complace asumir mis propios riesgos. No quiero que nadie
decida por mí.
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