El
silencio también tiene vida. En el curso de mis solitarios encuentros con la
madre naturaleza escucho en mi interior su cóncava llamada y gusto introducirme
en su yermo infinito, en ese silencio de silencios donde no hay palabras. En
ese limbo donde su muda esencia adquiere una cualidad especial que todo lo
invade. Me insufla un enorme deseo de habitarlo y al calor de su sosiego mi
mente vuela libre de ataduras. Aporta clarividencia y raciocinio al alma
inquieta. Es una musa insustituible.
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