La lluvia golpea los cristales del ventanal con insistencia. El plomizo
día bate con sus húmedos nudillos el alféizar de mi ventana. Las lágrimas que esparce
el vaho sobre los cristales delatan el gélido aire exterior. Ovillado bajo las
mantas ignoro su insolente repicar. Inmóvil y caliente, inverno en mi nido el
cansancio de la semana gozando mi feliz indolencia. Dejo que la pereza acompañe
el despertar de mis sentidos. Sólo el aroma del café logrará que mi nariz asome entre las sábanas.
De "Mis pequeños placeres" © 2012
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