Pasar hojas del calendario
En un rincón de mi
escritorio yace abierto un taco calendario de hojas diarias. Su presencia me
acompaña en las serenas madrugadas que suelo dedicar a calmar las inquietudes
del espíritu abriendo un libro para leer o conectando un teclado donde escribir.
Como mudo aliado preside el sacramental silencio de mis horas muertas. Es un
necesario eslabón que enlaza ensoñación y realidad. Al pasar hoja cada mañana desfila
por mi mente la feliz sensación de haber transgredido las leyes del tiempo.
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