Gusto
observar los capullos del rosal de mi jardín apenas puntean en sus vástagos desnudos.
Minúsculos nudos que se hinchan día a día como el vientre de una madre hasta trocarse
en verdes cálices. Vigilo la preñez de sus pistilos y al estallar su útero veo
la luz refractarse en las bellas tersuras nacidas de su seno. Entonces se
desperezan desplegando un maná de increíble colorido y sublimes fragancias.
Luego se marchitan y mueren. Me recuerdan que la vida es breve y hay que aprovecharla.
De "Mis pequeños placeres" © 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario