Desdibujado el verano, llegan meses de
tristeza en los que el astro rey retrocede y la aurora pierde fuerza. El
día es corto y parece que el tiempo escapa. Caen las hojas secas en su
crujiente lecho de ocres desconsuelos. La hojarasca tapiza senderos y alamedas
despoblando los parques. Los barrenderos del alba aparecen. El vago aroma de
las hojas muertas y el húmedo olor de los helechos visten el espíritu de
melancolía, ese dócil animal de compañía en las horas tranquilas de nuestra
vida.
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