Apenas los primeros
rayos del astro rey disipan las sombras de la noche, un estallido de luminosos
haces atraviesa las copas de los árboles alumbrando los dormidos senderos. Son
fulgentes espejuelos que en un constante ir y venir de rama en rama simulan
jugar al escondite. Mientras mis pies avanzan, persigo con la mirada las
caprichosas manchas de luz que guiñan en el suelo. Obedecen al baile de las
hojas impulsadas por la brisa. Son sombras chinescas que acompañan mi paso.
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