Hace años que mis bastones de Nordic Walking son compañeros inseparables de mis frecuentes caminatas. Conmigo han recorrido miles de kilómetros en todo tipo de terrenos hasta tal punto que sin ellos en las manos creo que para mí caminar ya no sería lo mismo. Me siento en deuda con ellos. Con su fidelidad y constante ayuda. Por ello he querido loar su trabajo expresando mi sentimiento a través de un poema compuesto de seis sextillas. En total estos 36 versos octosílabos en rima consonante que siguen y que dedico especialmente a mis muchos amigos practicantes de la Marcha Nórdica.
"Apéndices de los brazos
ceñidos a las muñecas
que al ajustar sus pedazos
esbozan inquietos trazos
temblando en sus almas huecas
aguardando mis abrazos.
Livianos en su tiesura
a mi zancada devuelven
eficacia en la andadura
cuando en segura captura
firmes mis dedos envuelven
su sólida empuñadura.
Siempre fieles a mi guía
paladines del aguante
catapultan mi energía
luciendo la algarabía
de su verbo estimulante
repicando noche y día.
Cualquier medio los convoca:
verde hierba, blanda arena,
ocre tierra o dura roca
superficies con que choca
su puntiaguda carena
cuando mi afán se desboca.
Cruzando yermos dormidos
entre floridos ribazos
bajo cielos encendidos
de crepúsculos bruñidos
que se rompen en pedazos
suenan recios sus puyazos.
Ya son más que un viejo amigo
y en mis rutas cotidianas
caminan siempre conmigo
cuando las cumbres hostigo
enfilo playas cercanas
o sendas viejas persigo."
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