Los gatos son seres enigmáticos y maravillosos que nos aportan ternura y compañía. El peculiar ronroneo de un gato tumbado sobre nuestras rodillas proporciona una gran sensación de seguridad. Acariciarlo detrás de las orejas, bajo el mentón o en las sienes y pasar con suavidad la palma de la mano a lo largo de su cuerpo nos libera del estrés. Notamos enseguida una clara mejoría en nuestro estado de ánimo y el cuerpo se distiende y aplaca. Es fácil meditar con un gato entre los brazos.
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