Son un preciado tesoro de la sabiduría popular transmitido de generación en generación. Su inacabable elenco de pócimas, ungüentos e infusiones ha protegido nuestra salud desde tiempos inmemoriales. La botica de la abuela, antes paradigma de poderes ocultos, está hoy en día al alcance de cualquiera. Ya no necesitamos recoger hierbas montaraces ni aprender a elaborarlas. Todo nos lo dan hecho. Pero para mí siguen siendo un libro abierto del viejo instinto humano de la supervivencia.
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