No solo el sabor avala la exquisitez de una buena comida. Para gozar plenamente de sus primores hay que poner en alerta los cinco sentidos, intentando convertir ese momento del día en una experiencia multisensorial. La percepción de los olores, colores y consistencias que entran en escena cada vez que tomamos la cuchara o el tenedor y el cuchillo es crucial. Muchas veces cierro los ojos para concentrarme en el mundo sensitivo que me rodea, sin importarme lo que yace en mi plato.
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