Emboscadas en las verdes frondas primaverales
las frutas silvestres son pequeños y delicados bocados que
tientan al caminante. Cuando alcanzan su madurez algunas se arraciman y otras
penden solitarias o tapizan la foresta embelleciendo el entorno con sus colores
de fuego. Frambuesas, moras, fresitas, grosellas, arándanos y endrinas
encierran en su seno ricos tesoros de salud. Me encanta saborearlas sintiendo
en mis dedos la huella de su jugo dulce y ácido.
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