Erguida en el cielo, la luna todo lo baña con su
metálica luz de zinc. Clara, llena y fosforescente, destaca orgullosa sobre el
negro infinito. Un intenso desorden de pedrería luminosa viste el cielo. Reverberando
en las aguas quietas se agitan collares de perlas relucientes. Un universo de miles
de racimos de estrellas destellantes. En el seno de las tranquilas noches de
verano puedo sentir la leve caricia de las sombras ciegas. Unas sombras de
sombras que me ayudan a no dormir.
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