Los objetos perdidos que por azar descubrimos poseen un “look” excitante i misterioso ajeno a su valor intrínseco. En su aura de silencios se intuye el tenue eco de lo recóndito. Dueños de una peculiar historia quizás inacabada, enardecen nuestra imaginación abriendo la espita de ese turbulento torrente de emociones que es la fantasía. A menudo reflejan ribetes de la personalidad de su dueño. Intentar descubrir sus secretos me apasiona. Su valor material es lo de menos.
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