Quienes opinamos que la existencia debe vivirse disfrutando al máximo del presente no esperamos a que las cosas sucedan. Hacemos que ocurran. Y para ello abrimos de par en par nuestras puertas provocando una vorágine vital que nos sustrae de nosotros mismos. Por eso conviene hacer limpieza de todo aquello que ha ido entrando en nuestra vida y nada nos aporta. Yo concedo a mi mente una breve pero reparadora siesta. Siempre regreso más seguro de mis propias convicciones.
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